San Marcial 2023

Viernes 23.06.23 EL DIARIO VASCO 4 SANMARCIALES JAIAK teresantes de la vanguardia artística de la segunda mitad del siglo XX. La adaptación a la ciudad fue muy rápida para los dos artistas. Anhelaban un lugar de frontera, abierto al mundo, lo más alejado posible de los corsés que ya de por sí imponía la propia dictadura franquista. No había demasiado tiempo que perder para ponerse a trabajar. Tampoco extrañaron ni tuvieron problema con el Irun de 1958, en aquel momento lugar de acogida continua de muchísimos emigrantes. Tanto Basterretxea como Oteiza eran gente abierta que contaba con las tablas suficientes, en un caso, guardadas en la maleta de un largo exilio, y, en el otro, de un bonito periplo iberoamericano. RáColaboraciones sanmarcialeras de Nestor Basterretxea Textos y dibujos Desde su llegada a Irun, el artista se implicó en la ciudad y, en el caso de las fiestas, colaboró en los especiales de la publicación El Bidasoa FERNANDO GARCÍA NIETO pidamente la ciudad se hizo eco de que aquellos dos artistas no eran dos visitantes cualquiera. Precisamente fue Luis Vallet de Montano quien les puso manos a la obra. Cambiaban entonces las tornas. Ambos artistas habían hecho trabajar concienzudamente al arquitecto en muchas versiones y más modificaciones hasta consensuar el resultado definitivo de la casa taller. En cierta manera se sentían en deuda con el arquitecto. Como contrapartida Luis Vallet les sugirió su implicación en la vida local. El arquitecto les hizo saber de la importancia de las fiestas irunesas y de la personalidad de las mismas. Se desconoce si ambos creadores desfilaron en algún momento en el Alarde, pero una  Retrato de Nestor Basterretxea de la época en la que vino a vivir a Irun con Jorge Oteiza. ARCHIVO MUNICIPAL - Nº 1172 En 1958 los artistas Jorge Oteiza y Nestor Basterretxea ponían el pie en su flamante casa taller de la avenida de Francia. Había sido un proceso largo capitaneado por el arquitecto Luis Vallet de Montano, quien a su vez se reencontraba en este proyecto con un lenguaje arquitectónico racionalista y mínimo. La llegada de ambos creadores supuso el privilegio de contar en nuestra ciudad con una de las mejores representaciones del arte moderno. Esta vez no fue necesario mirarse en Venecia, París o Nueva York, porque lo sucedido en torno a la casa taller, sus moradores y tantos otros visitantes, constituyó uno de los capítulos creativos más in-

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