‘Arkupetik’. Cartel ganador del concurso de fiestas de San Pedro y San Marcial 2023, obra de Ángel Blanco Egoskozabal. Viernes 23.06.23 EL DIARIO VASCO 16 SANMARCIALES JAIAK Siempre quiero estar allí al menos unos minutos, donde, merced de las leyes del sonido, los redobles retumban como truenos y los tímpanos vibran al son del ‘Tteiro’. Esa intensidad que en mi infancia me abrumaba ahora me conmueve. No sé si es ley de vida; sí sé que aunque cambia la forma, la intensidad se mantiene. Cuando mi padre me llevaba a escuchar la alborada junto al colegio El Pilar, yo sólo pensaba en ir hacia San Juan y meterme en mi particular refugio, en un desayuno que contribuyese a desperezarme el madrugón y vestir mi mirada de fiesta. Sólo lo conseguía el pintxo de tortilla del Vaticano que disfrutábamos escuchando la diana desde allí, cobijados por la piedra caliza. Orientado al norte, siempre ha sido un txoko al fresco en los sanmarciales más bochornosos, salvo en la víspera de San Juan, cuando las llamas de la hoguera me teñían las mejillas de luz naranja y buscaba a tientas, sin despegar los ojos del fuego, la mano de mi madre. Nos metíamos allí también en San Pedro, y mientras los mayores escuchaban el concierto de la Banda, yo pegaba la frente al cristal de la puerta y escudriñaba el contorno de los cañones que, como los gigantes, me fascinaban y aterrorizaban al mismo tiempo. He vuelto allí muchos 29 de junio; los de la juventud, directamente desde el último bar, para hacerles ese particular pasillo a los txistularis. No es un recuerdo tan entrañable, pero si sigue siendo capaz de sacarme una sonrisa, lo considero igual de válido. Desde esta antesala de la Casa Consistorial he ido viendo cómo cambiaba la perspectiva con nuevas estructuras, baldosas de diferente color, el árbol de San Juan pasando del lado este al oeste. Ha cambiado el color de mi pelo y el contorno de mis ojos. Y yo allí, cada junio, con el mismo escalofrío y mi mano convertida en el asidero que calma nuevos temblores infantiles, no por su firmeza sino porque yo todo esto ya lo he vivido, ya lo conozco y, aquí, en este sitio, en este mes, estoy en casa. Por todo eso, siempre, cada 30 de junio mi particular cuenta atrás termina cuando paso por allí abajo en el rompan filas; porque cuando miro a la plaza San Juan desde los arkupes, se me nubla la vista y sólo veo blanco, rojo y negro, en realidad, estoy viendo todos y cada uno de los recuerdos que desde aquí he atesorado. Lo que recuerdo desde los arkupes JOANA OCHOTECO
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