Inauteriak 2024

Apatta Baratzondo, D-28 20400 Ibarra (Gipuzkoa) Telf:94330606 www.oriasportwear.com Polígono 34, s/n VILLABONA Tel. 943 696 064 Tel. 943 696 002 San Frantzisko ibiltokia, 25 Tolosa Tel. 943 655 515 Mov. 626 636 138 www.inmouribe.com Ondo pasa Iñauteriak! Hace más de un siglo, la única forma posible de llegar al lugar más democrático de la villa, era cruzando el puente de Arramele. Al otro lado del Oria, en la fértil vega de Santa Lucia, ricos, pobres, liberales o carlistas serían al final iguales, acabando allí para siempre las miserias de unos y las opulencias de otros. Hasta la construcción, en 1916, del nuevo cementerio de San Blas, la vieja necrópolis de la actual calle Larramendi fue el último destino de quienes pasaban a la otra orilla con la curiosidad de saber si su estancia sería aburrida y para siempre o si por el contrario verían cumplida la promesa de una vida eterna en ese lugar del que tanto les habían hablado desde el púlpito, en el que se acababan sus desgracias y nunca faltaban pasteles a la mesa. Quizá con esa misma intención, el 26 de marzo de 1904, Ramos pensó que ya venía siendo hora de terminar su periplo por la vida y acercarse hasta la ‘Huerta de Tximela’ que era así como popularmente se llamaba al cementerio entre la gente del pueblo, seguramente porque por aquellos parajes tendría sus plantaciones algún personaje ‘xélebre’ conocido por ese apodo. Nos viene a la memoria Martín Rezola, el viejo tonelero que hacía las barricas en su taller junto a la alhóndiga, y más aún su hijo Jose Miguel, uno de los mejores cestapuntistas de la historia, que hizo famoso el sobrenombre Tximela en los frontones de medio mundo. El sosiego que Ramos Azkarate encontró en la huerta de Tximela fue a buen seguro como un bálsamo de Fierabrás que curase las heridas de su agitada existencia. Había nacido 57 años atrás, justo en un domingo de Ramos, de ahí que le pusieran ese inusual nombre. Parece que en algunos registros aparecía como Ramón y quizá fuera así, o por el contrario se trataba de un error. El niño se hizo hombre en medio de un crispado ambiente de entreguerras y sea por la razón que fuera, primero simpatizó con la causa liberal, pero con el estallido de la segunda guerra carlista, se convirtió en ferviente defensor del pretendiente Don Carlos. Su ocupación profesional fue la de zapatero remendón en su taller de la plaza Verdura pero desde muy joven la literatura popular se convirtió en el eje central de su vida. De los miles de versos que habría escrito, sin duda los más conocidos para nosotros son los de Galtzaundi, que musicalizados con una partitura de habanera muy conocida en la época como ‘La perdiz’ han llegado hasta nuestros días con el sello inequívoco de ser la pieza más conocida del carnaval de Tolosa. Gran bohemio Ramos vivió siempre como el gran bohemio que fue a lo largo de su vida, sin miedo a decir lo que sentía por encima de conveniencias y convencionalismos. En agosto de 1900 escribió unos versos terribles como respuesta a un encendido discurso del joven (36) Miguel de Unamuno en el Teatro Arriaga de la capital del Nervión, en el que, el genial bilbaino, en una de sus arrebatadas casquetas, dijo que “había que enterrar santamente el euskera”. Hoy quizá lo veamos, desprovistos de juicios fáciles y radicalizados, dentro del contexto de las atormentadas pasiones de amor y odio con la lengua vasca de quien fue sin ninguna duda uno de los más destacados escritores, filósofos y teólogos de la generación del 98, y por añadidura del país vasco, pero Ramos no se paró en esas consideraciones y arremetió con furia contra él con unos versos tan brillantes y destructivos como el propio Unamuno. Fue también autor de obras teatrales y escribió ‘Ijituben kontratuba eta eskontza’. en la que se mofaba de los gitanos, que hoy en día sería más que cuestionable. A los pocos días del estreno, mientras daba un paseo, se cruzó con una cuadrilla de calés que le reconoció y le dieron una soberana paliza que lo dejó descalabrado. Sería interesante saber lo que pensaban de él los sufridos clientes de la zapatería, que con toda seguridad esperaban en vano que Ramos arreglase los zapatos que llevaban tiempo en el taller esperando a que les tocase turno, mientras el zapatero dedicaba todo su tiempo a escribir explosivos versos que, si ayer atacaron a un liberal, hoy lo harían con un gruñón tabernero, y mañana con el sufrido sereno que en más de una vez le habría recriminado por armar algún alboroto, bien pasado de horas y de porrones. Cuando la salud ya no le permitió seguir con tan loca y bohemia vida, su cuerpo prematuramente envejecido terminó parando en la vieja casa de Misericordia de Arramele. Ramos, escenificando el futuro paso de su ataúd por el puente de Arramele, camino del cementerio, dejó escrito en el verso quinto del inmortal Galtzaundi : Arrameleko zubian, aizken aizkenean, zahagi bat ardo jarri, kajaren gainean. Es muy probable que sus incondicionales amigos, respetando esa voluntad, pusieran un pellejo de vino encima de la caja, pero lo que el poeta no sabía es que iba a terminar sus días en la Misericordia, al otro lado del río, por lo que en su último paseo a la huerta de Tximela no tuvo ya que cruzar el puente. Al morir dejó escrita una gramática popular del euskera de la que lo único que se sabe es que antes de su postrer suspiro se la entregó a una monja y luego ya no se supo más de ella. También, en el verso cuarto ironizó : Poz aundi bat artuzun, Tolosako Erriyak, merkatu ziralako, edari guztiyak. Bajó, una vez muerto, como él predijo, el precio del vino? INAUTERIAK 9 Jueves 08.02.24 EL DIARIO VASCO JAIAK Arrameleko Zubia, 120 años de la muerte de Ramos Azkarate Evocación histórica Vivió siempre como el gran bohemio que fue, sin miedo a decir lo que sentía por encima de convencionalismos FRANCISCO ATONDO  A la izquierda, Ramos Azkarate, y a la derecha, el puente de Arramele.

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