50 CON DONOSTIA na de las características que mejor definen a San Sebastián es el patrimonio cultural que acumula y que, dispuesta en espacios abiertos, es accesible a todas las personas. Un paseo por Donostia, especialmente cerca de la costa, permite admirar y entender la obra de importantes artistas como Eduardo Chillida o Jorge Oteiza, pero también descubrir cómo se pueden integrar de perfecta manera tanto en la fisonomía urbana como en su propia naturaleza. Y, aunque haya otras obras muy importantes en la ciudad, como puede ser el propio Sagrado Corazón, que desde 1950 domina San Sebastián desde lo más alto, empecemos por un paseo por el litoral donostiarra desde el extremo oeste de la ciudad, donde el Peine del Viento, del escultor Eduardo Chillida y el arquitecto Luis Peña Ganchegui, establece un diálogo entre el arte y el paisaje, entre las estructuras de hierro y la fiereza del mar. Dicen que el artista comenzó la serie de esculturas tituladas El Peine del Viento en 1952 y que son 23 y no 3 las obras que la componen. En cualquier caso, en 1977 creó la obra definitiva y la regaló a la ciudad. Casi 50 años después, son millones las personas las que la han disfrutado. Mucho más moderna (2021) es, sin embargo, Hondalea. En el interior de la casa del faro de la isla de Santa Clara, Cristina Iglesias juega con la geología, la ecología y la bravura del mar Cantábrico con una concepción de la escultura completamente particular. El patrimonio artístico al aire libre del que dispone la ciudad es único, como también lo son algunos de los museos que se encuentran en la misma Entre esculturas y museos U Hondalea. Es la última gran incorporación de Donostia en lo que a obras de arte se refiere. ARTE Texto: Aitor González
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