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48 CON DONOSTIA #Miramar, Aiete y Cristina Enea destacan por sus dimensiones, belleza y arraigo. Todos ellos fueron diseñados por Pierre Ducasse Los tamarices son los árboles más característicos de la ciudad y se identican, sobre todo, con Alderdi Eder y el paseo de La Concha cho jardines y paseos, más de veinte parques y tres montes son los pulmones verdes de una ciudad que a lo largo de las décadas ha sabido combinar su desarrollo urbanístico con la pervivencia de unos espacios verdes en los que descansar y desconectar del ritmo que toda ciudad impone, por los que pasear tranquilamente y en los que respirar. En Donostia hay tres parques que por historia y arraigo destacan sobre el resto. Uno de ellos es el del Palacio Miramar. Estratégicamente ubicado, en una zona elevada entre las playas de La Concha y Ondarreta, se construyó para albergar a la familia real durante sus vacaciones y se inauguró en 1893. Fue Pierre Ducasse, una figura clave en el desarrollo de los parques y jardines de la ciudad, quien diseñó esa campiña que baja hacia el mar y quien dispuso el resto de prados, árboles y conjuntos florales. Desde hace años, la ciudadanía donostiarra puede disfrutar de tan maravilloso enclave. También relacionado con las clases más altas y diseñado por Ducasse (en este caso en el siglo XIX por encargo de los duques de Bailén) son el Palacio de Aiete y su parque. Estamos hablando de un espacio de estilo romántico de más de 80.000 metros cuadrados en el que hoy podemos encontrar también el Hogar del Jubilado, la Casa de la Paz y el centro cultural del barrio, pero con un enorme valor natural con más de un centenar de árboles diferentes, algunos de variedades de lo más curiosas. Cuenta con un estanque, un arroyuelo, unas cuevas artificiales y, sobre todo, con metros y metros en los que desconectar del bullicio de la ciudad. El tercero de los grandes parques de la ciudad es quizás el más concurrido y no es otro que Cristina Enea. En la zona baja de Egia, junto a Tabakalera y Mundaiz, fue la finca privada de los duques de Mandas y fue diseñado por el propio Ducasse en 1890. Son casi 95.000 metros cuadrados con exóticas especies de árboles, amplios paseos, prados y zonas de esparcimiento ubicados en el último meandro del Urumea y que fueron donados por los duques de Mandas a la ciudad tras su fallecimiento. Cisnes, ánades y exuberantes pavos reales conviven en un parque que es, sin duda, el mejor legado que se le puede dejar a una ciudad. El desarrollo urbanístico de la ciudad en el último siglo nunca ha perdido la perspectiva de la necesidad de mantener los espacios verdes en la misma. Los pulmones naturales de San Sebastián tienen belleza, pero también historia Texto: Iñigo Belastegui O Palacio de Aiete. Tiene un enorme valor natural, con más de un centenar de árboles diferentes. Plaza de Gipuzkoa. Con sus estanques, unos de sus muchos elementos característicos. Ducasse. Su figura es imprescindible en los diseños de los parques y jardines de la ciudad. Verde, que te quiero verde PARQUES, JARDINES Y BOSQUES

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