90 años de El Diario Vasco con Donostia

12 CON DONOSTIA INFRAESTRUCTURAS UNA PISTA GANADA AL MAR Y A 20 KILÓMETROS DE DONOSTIA AEROPUERTO UN IMPORTANTE PESO EN LA ECONOMÍA GUIPUZCOANA PUERTO DE PASAIA Una construcción continua y sin n Con el paso de los años, San Sebastián se ha ido dotando de unos equipamientos que le han servido para avanzar, en unos casos, y estar mejor conectada con el resto de ciudades, en otros Texto:Iñigo Belastegui Desde 1955, San Sebastián cuenta con un aeropuerto que lleva su nombre, pero que en realidad está en Hondarribia, a 20 kilómetros de la capital guipuzcoana. Con una pista ganada al mar y de unas dimensiones que limitan la operatividad de ciertos tipos de aviones, fue la mejor solución que se encontró en 1950, cuando se apostó abiertamente por un nuevo aeródromo y ganó la propuesta de Ramón Iribarren y Luis Azcarraga. Hoy en día, la pista del aeropuerto tiene 1.200 metros de longitud y, en los últimos tiempos, son cada vez más las líneas que operan. No fue el primer aeropuerto donostiarra. A comienzos de siglo, había un campo de aviación en Ondarreta, más tarde trasladado a Lasarte. Durante la Guerra Civil, se utilizó el Hipódromo y también se pensó en el parque de Amara como posible pista de despegue y aterrizaje. No es sencillo establecer una fecha de inicio de actividad del puerto de Pasaia, ya que es una entrada natural del mar en la bahía pasaitarra y ya en los siglos XII y XIII había actividad marítima. Lo que sí está claro es que esta infraestructura, con una dársena en San Sebastián (Herrera) tiene un importante peso en la economía guipuzcoana. Si en el siglo XIX creció con la llegada del ferrocarril a Gipuzkoa, en el XX lo hizo por el tráfico de la industria pesada y por la época dorada del sector de la pesca de altura. Hoy, el puerto de Pasaia es protagonista fundamental de las cadenas logísticas de la industria siderúrgica y del automóvil, pero también ofrece un gran potencial para las escalas de cruceros en el mar Cantábrico. Además, es una infraestructura en constante evolución que ha sido clave también en la revitalización de su entorno. Odón Elorza Exalcalde de Donostia-San Sebastián 1991-2011 Pedalear y reflexionar con el olor de los tilos Pedaleo estos días por la ciudad con ese olor intenso que alimenta mi espíritu. Durante los 20 años que ejercí de alcalde no pude hacerlo. ETA no nos dejó vivir y disfrutar de San Sebastián como hubiésemos deseado. Sin embargo, en aquel tiempo, nada ni nadie logró que Donostia se paralizase. Los proyectos colectivos de todo tipo, para modernizar la ciudad y prepararla para el día siguiente al final del terrorismo, no cesaron. Los concejales del Gobierno donostiarra con los que trabajé y los equipos técnicos, municipales y contratados, se comprometieron de modo admirable con aquella estrategia de afirmación y supervivencia. Me siento orgulloso de su enorme complicidad. Tras la derrota del terrorismo en 2011 no he dejado de moverme con mi bici, porque pedalear es tan decisivo como reflexionar; para no caerse. Necesitamos ser conscientes de los retos que debe afrontar nuestra ciudad, en cada uno de sus barrios, sin más dilación. Porque, de lo contrario, nos caeremos o moriremos de un falso éxito. Desde aquel año han surgido nuevos problemas y retos como consecuencia de fenómenos generalizados en muchas poblaciones de Europa. La ciudad subió su cotización y empezó a experimentar cambios por la masificación turística, con una marea imparable de hoteles y pisos turísticos; por la acción de fondos de inversión comprando edificios y negocios en una ciudad atractiva; y por la especulación urbanística que provoca la expulsión de familias y juventud donostiarras. La economía local se ha reforzado aunque tenemos un grave problema de falta de vivienda pública y de precio tasado. Quizás ahora se entenderá mejor la bondad del desarrollo de los suelos en Intxaurrondo, Benta Berri, Errotaburu, Riberas de Loiola, Atotxa, Morlans, Puio, etc. La previsión y planificación urbanística son siempre la mejor herramienta de respuesta. 20 años de servicio a Donostia me llevan a expresar la necesidad de promover el parque público de vivienda, acertar con una gestión sostenible de los suelos municipales y abrir a la participación ciudadana el desarrollo de proyectos innovadores que fortalezcan San Sebastián y activen su identidad. Por eso me hubiera gustado sentir esta mañana el olor de los tilos… en Manteo, San Bartolomé o Auditz-Akular. Donostia tiene que seguir siendo un patrimonio colectivo frente a la amenaza de un modelo de «ciudad franquicia», cada día más privatizada. Eso conlleva la pérdida de identidad. Por ello, la ciudadanía donostiarra y el Ayuntamiento han de ser conscientes de la importancia de la dimensión social y cultural de la ciudad. Lo cual exige sensibilidad y compromiso cívico. Tras la derrota del terrorismo en 2011 no he dejado de moverme con mi bici, porque pedalear es tan decisivo como reexionar”

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc0NTQ0